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14 dic 2010

Benigno 7.

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“Y que no falte”.
Faltar, era una posibilidad. Su mente empezó a correr como un bólido por caminos que hasta ahora nunca había transitado. Era una posibilidad, tal vez querían hablar con él para despedirlo.
Mientras Benigno se enzarzaba en su propia crisis, el Señor Eduardo seguía hablándole. Habitualmente le contaba las cosas que habían acontecido en el barrio, los chismes. Cosas que no solían interesar mucho a Benigno, pero que escuchaba como el que oye una canción agradable sin prestar atención a la letra.
- Benigno, ¿estás bien? Estás pálido.
- ¿cómo?
- ¿Qué si estás bien? Pareces estar en otro planeta.
- No, no, todo va bien. Póngame lo de siempre, ya sabe, salami, mozarela, ya sabe lo de todos los días.
Tras recoger las bolsas, subió las escaleras que conducían a su apartamento y sin colocar las cosas en la cocina, se sentó en el borde de su cama.
No sabía muy bien lo que ocurría, esto ya se lo había planteado otras veces. Entraba dentro de lo posible, el despido. Debido a su edad, tal vez su nómina superase lo que la empresa considera límite razonable. Esta idea no era de su agrado, pero tampoco solía angustiarle.
Ya lo había previsto.
Si tenía que dejar su puesto de trabajo en el restaurante se convertiría en feriante.
Asombroso pero cierto. Ya había mirado los precios de esas casetas rodantes en las que despachan patatas fritas, hamburguesas y perritos calientes. Conocía los trámites legales y los permisos necesarios. Además había ahorrado lo suficiente para la inversión inicial. Muchas noches se quedaba dormido pensando en ello. Se imaginaba viajando por toda la costa, de feria en feria, de fiestas en fiestas, por todo el litoral.
Su puesto no sería muy grande, algo reducido, una especie de “deli” americano. Una buena freidora, una plancha y un refrigerador serían suficientes. Realmente todo cabía en una pequeña furgoneta, como en la película de Stephen Frears. Se había imaginado atendiendo directamente al público. Eso era un auténtico atrevimiento, pero en sus sueños estaba permitido. Con esta idea y este proyecto se dormía muchas noches, pensando que esto supondría un avance en su vida. Ser feriante es algo como muy caótico, como muy poco previsible, justo lo contrario de las necesidades de Benigno. Lo cierto es que le gustaba soñarlo, como un deseo a lo opuesto a su vida actual. Sería lo que los psicólogos llaman una “formación reactiva”, la búsqueda de lo extremamente opuesto para conseguir llegar a ser lo que uno realmente hubiese sido sin los efectos del aprendizaje social.


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9 comentarios:

joan coch dijo...

Molt bo.

Caos dijo...

Me encanta!!
el texto, genial. Y la pintura...es como un indio salvaje, o un lider de una tribu, con esa cresta, esos labios, esa sien despejada...

Es perfecto. simplemente.

acuarelas.susanalanau dijo...

Este Benigno necesita ayuda. Siempre haciendo lo correcto ... no se, ya veremos. Me tiene un poco preocupada.

Es buenísima esta acuarela, me da la sensación de velocidad de Huída con un ligero equipaje.
enhorabuena, estamos pendientes de tu pintura y de Benigno.

Nil Catalano dijo...

Fuerza, potencia, fertilidad.
Hermoso guerrero mohicano
Como siempre bello

Sonrisagr dijo...

Benigno debería cumplir su sueño...

Un saludo

nouvelles couleurs - vienna atelier dijo...

stupendo, sei cosí libera, bravissima

DEMOFILA dijo...

Ya es hora de que Benigno cumpla sus sueño, en la vida también hay que tener un poquito de lucra, no siempre hay que hace lo correcto, así la vida es muy aburrida.
Bonitos colores, una pintura con un poco de locura, lo que le hace falta a Benigno.
Bonita defición de la soledad me has dejado, lo has podido decir más alto pero no más claro.
Besos, hasta la próxima querido amigo

SKIZO dijo...

Muito
Bom

camino roque dijo...

como una planta carnívora
hablo de la pintura